No estamos dónde nos encontramos por casualidad, ni porque a alguien se le haya ocurrido poner al mundo en problemas ahora «porque sí». ¡No!, sino porque en el curso de la historia se ha ido moldeando el caudal del poder a gusto de los poderosos y no de la mayoría. Ayer, escuchando el debate de control al gobierno, sentí vergüenza, vergüenza sobre todo como votante, vergüenza como ciudadano que no se merece (al igual que todos los demás) el expectáculo que -una vez más- nos han «brindado» nuestros personajes (no se les puede definir de otro modo) políticos.
No voy a contaros nada, desgraciadamente todos lo entendemos sin haberlo oído. Sólo, que han perdido un día completo en no decir nada. Estoy harto, como ciudadano, de sus partiditos de tenis pasándose la pelota unos a otros a través de esa red que dista mucho de la verdad, sin aportar ideas coherentes y -sobre todo- realistas para intentar solucionar los problemas de este país. Si algo positivo he sacado de lo de ayer, ha sido la intervención de la diputada de Coalición Canaria (creo que era). Habló claro, dijo lo que pensamos los que vamos a comprar el pan y pisamos las valdosas/trampa de cada una de nuestras ciudades, y reflejó perfectamente nuestro pensamiento (al menos el mío). Otra cosa es que se lo crea. Por mi parte, creo que es hora de que dejemos de estar en campaña, llevamos en campaña electoral años. Creo «señorías» que es hora de dejar a un lado la política y aportar soluciones. Da igual derecha, izquierda o centro. Las palabras vuelan de igual forma cuando no se sienten. Hay un problema grave, eso es cierto, pero el problema más grave de todo este problema… es que ustedes no lo tienen.
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