Con el paso de los años, uno acumula momentos que guarda como recuerdos y luego disecciona en los instantes de calma. Son ese pequeño placer que produce la recogida de lo sembrado, el mismo que experimentaba la hormiga y desconocía la cigarra.
En el corazón, esa fábrica de cosas extrañas, dónde apenas hay “borrador” y todas las carpetas llevan escrito “cosas importantes”, se pelean los secretos por ganar el derecho a ser protagonistas, a ser el fruto de lo sembrado. Una ardua batalla delimitará el reparto de competencias mientras afuera todo huele a pólvora. Un pacto de no agresión firmará la paz definitiva y todos saldrán ilesos. No es el oeste, es el granero de los sentimientos y -aunque en el fondo- de lo que se trate es de subsistir, de convertir lo absurdo en coherente y de colocar lo imposible en el estante más alto para no tener la absurda tentación de bajarlo todos los días, también hay la obligación de almacenar para el frío y duro invierno. Será ahí cuando tendremos para dar de todo lo logrado y compartirlo con el más especial de los invitados. Habrá que administrar porque ésta no es una fábrica de amor, es solo un granero de sentimientos…
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El granero de los sentimientos.
junio 12, 2011 por Guido
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Increíble. Como sempre.
E como sempre, moitos bicos.